La obra de Gastão Cruz es casi desconocida en el ámbito de la lengua española. Digo casi, porque se pueden encontrar algunos de sus poemas en unas pocas antologías de poesía portuguesa contemporánea. La moneda del tiempo es el único libro que ha sido vertido íntegramente en nuestra lengua. Este libro es muestra de un Gastão Cruz más cercano a nosotros (en el sentido temporal), un Gastão Cruz tardío, mas no crepuscular: la potencia de su lenguaje y la extrañeza de su sintaxis torcida, quebrada, (seguramente tocada por los traumáticos momentos históricos por los que pasó su generación) continúan siendo inconfundibles.
Gastão Cruz nació el 20 de julio de 1941 en Faro, Portugal. Poeta, crítico y director teatral. Licenciado en filología por la Universidad de Lisboa, ejerció como docente en el King´s College de Londres. Fue uno de los fundadores del grupo de teatro Hoje que escenificó obras de Camus, Strindberg y Chejov. Tradujo a Shakespeare, Jean Cocteau y William Blake, entre otros. Sus primeros poemas aparecen en el volumen colectivo Poesia 61 (A Morte Percutiva), donde se reúne el trabajo de autores como Casimiro de Brito, Fiama Hasse Pais Brandão, Luiza Neto Jorge y Maria Teresa Horta. Entre sus libros destacaría, el ya mencionado, A Morte Percutiva(1961),Outro Nome(1965) y As Pedras Negras(1999) que son los que he podido leer. Los siguientes poemas son una muy reducida muestra de su trabajo.
-Sinae Dasein, nota de traductor.
Cuerda
Nadie te nombra: apenas una oscura
cuerda de sonidos que sujeta el cuerpo y deja
quemaduras en la piel: ese es el precio
de ser llamado pues el acto de nombrar
se vuelve cada vez más ardiente
hasta devenir casa vestimenta u otra piel
que hiere el cuerpo y finalmente lo arropa
con el nombre que le pertenece
Cielo negro
No es usando el adjetivo oscuro
u obscuro
que el poema se oscurece
él posee su propia oscuridad
una noche que
lo oculta y humedece en el cielo negro
Espectros
Naciste Permaneces
dentro de la luz
vagaste por las arenas que
fueron para ti el universo Estas
en otro tiempo donde el ave
que ya no te mira –vuela sobre agosto—
y tú no puedes ver
las alas que te incendian
La vida te desvela solo
tropezando con la carne de los
espectros Y tú
permaneces
La nada es
esa luz La playa se ha adentrado
en la vastedad
del verano La eterna aurora
te expele Pero
permaneces La memoria
te interpreta eres la
víctima del día que te expulsa
y exhibe En esa
luz primigenia
sobrevives
interrogando al cuerpo
incorruptible
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